El apropiacionismo es una estrategia de lenguaje que se sitúa como uno de los parámetros fundamentales de lo posmoderno. Se efectúa como una radicalización de los recursos de la cita, sin embargo, no es el concepto de transmisión de imágenes lo que opera aquí, sino, la de su reubicación contextual y ésta orientada inevitablemente hacia las esferas de lo social y lo político.
La apropiación exige siempre una re-lectura, en tanto se configura desde una práctica de desplazamiento, ya no de un objeto cotidiano como el ready-made, sino de una obra de arte institucionalizada, en este sentido lo que busca desplazar no es tanto la imagen, como los significados proveídos por la tradición. Implica un cuestionamiento a las formas tradicionales de interpretación y recepción (influencia, desarrollo, evolución) propias del sistema historicista. Ejerce así, su más importante campo de acción en la crítica a los conceptos exigidos por el sistema moderno: originalidad, autenticidad, expresividad y autoría, es decir, es la encargada de desmantelar las narraciones míticas de la modernidad estética. Para ello, los artistas se apropiaron de aquellos soportes en los que se enuncian dichos mitos: la publicidad (Richard Prince), el cine (Cindy Sherman, Robert Longo), el museo (Louis Lawler), la Historia del Arte (Sherrie Levine, Yasumassa Morimura).
Richard Prince, Cowboy (1089)
Cindy Sherman
Robert Longo
Yasumasa Morimura
Sherrie Levine, After Walker Evans (1981)