Las chicas de Flores tienen desafiantes ombligos inquietos que recogen en su cavidad deseos y piropos cuando pasan. Tienen también mentirosos pantalones que prometen caer y nunca cumplen y, justo en la vía hacia el Paraíso Prometido –o el Infierno- tatuajes de dragones, signos misteriosos y mariposas multicolores que les abanican las nalgas. Las chicas de Flores son púdicas y no tienen culo sino una colita, pero muestran que lo innombrable existe y con él ofician todos los días misterios y milagros. Las muchachas de Flores, desde chiquitas, dedican sus tetas a San Goloteo y el menear artero de sus caderas, que desquicia la Paz y el Orden Constituido, al todopoderoso San Borombón, de nombre tan candombero. Las chicas de Flores no se pasean por la plaza hoy presa sino que atrapan a sus víctimas reflejando sus pezones en las vidrieras, que los multiplican y distribuyen urbi et orbe para mayor gloria de la humanidad doliente.Las chicas de Flores te queman con sus ojos y con sus pasos tejen una invisible telaraña donde caen los que, en su surco, se acercan a escuchar la música de su cuerpo instrumento.
Oliverio Girondo
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